DISPEPSIA.-
(J.Roberto Mtz.Delgado 130915.-)
Me arden las entrañas
como al paso de un trago
de alcohol rancio.
Un eructo de esófago abrasado,
traidor y contundente,
hace que broten lágrimas
por el escozor de mi garganta.
Lágrimas cristalinas
que saltan despedidas al parpadeo;
con una mueca de dentadura prieta,
agria y descompuesta,
mientras mi lengua queda adherida
a un paladar seco y arenoso.
De ahí surge el deseo de algo fresco.
Un trago largo, gélido,
bicarbonatado y burbujeante...
que calme mi estómago revuelto..
Una tosecilla seca e insistente
que surje de ese ardor dispéptico
y picor interno.
Tan, tan interno
como las profundas heridas que me dejaste.
Zarpazos en un alma que enfebrece.
Que tirita y se entumece.
Que se hiela y suda.
Que sangra, que llora y que ríe
como si fuera una fiebre física y visible.
Cicatrices abultadas,
azuladas y macilentas;
malcerradas y que ocultan
lo que no tiene sutura.
Lo que no tiene cura.
Tan solo el alivio de otro de tus besos.
Necesito tu saliva
y la dulzura de tu lengua;
la aspiración de un beso
que cree una corriente de aire fresco
que mitigue la fiebre
de este pobre enfermo.
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