COMETA EN EL CIELO .-
(J.Roberto Mtz.Delgado 23-07-15)
Como un chiquillo corro.
No persigo nada
ni nada me persigue.
Simplemente corro ...
Los mosquitos que se estrellan en mi cara
dan fe de la velocidad de mis pisadas.
El camino es mío.
Cada palmo de terreno donde piso
y hasta donde alcanza mi mirada,
el camino es mío.
Me detengo entre carcajadas e hipidos,
tosiendo sin resuello
y escupiendo espuma blanca de saliva con insectos.
Ya respiro sereno...
Levanto un brazo y extiendo una mano:
Mi dedo señala un punto donde mi vista no alcanza.
Mis ojos miran un horizonte que no ven sin gafas.
Las tengo en mi bolsillo, guardadas y olvidadas...
Mis dedos, extendidos, ocupados
en pellizcar la nada.
La nada se esconde tras la nada;
y se aleja volando, nadie sabe donde.
Mis uñas arañan los deseos
que, como burbujas, flotan en el aire.
Deseos que, como cometas,
se tensan en lo alto
gracias al viento.
Alejados y sujetos:
Deseos y esperanzas
danzan en un baile
lleno de juguetones requiebros.
Jugando, bailando, volando...
alcanzan la posición del privilegio
de mirar más allá...
Más alla de la línea que yo no veo...
Con la soga del hilo tenso
quiero atar nubes
y robarles sus secretos.
Trepar por esa cuerda hasta alcanzar mi cielo...
Datos personales
- J. ROBERTO MARTINEZ DELGADO
- Vitoria/Gasteiz, Spain
- http://poemasenuncafe.blogspot.com/?m=1
sábado, 28 de octubre de 2017
LA CULPA .-
J.Roberto Mtz.Delgado (200417)
Un momento congelado de fotografía
en blanco y negro, tirando a magenta,
revela un recuerdo dibujado a tinta invisible
con un boli que transparenta
arcoiris sin colores,
pero que emborrona
a trazos gruesos, de azul casi negro,
sobre un papel inexistente.
Dejaste una firma que afirma
que allí no estuviste.
Que ni tan sólo pasaste.
Ni tampoco pisaste.
Saltaste sobre el decorado
con bota de sieteleguas..
Ni miraste.
Ni eso.
La memoria de un improbable suceso
que se borra chupando el dedo,
dejando el rastro grasiento
de una huella dactilar desdibujada.
Ni delatora, ni tampoco impostora...
Un aliento mohoso de gotículas quebradas
que empavonan el cristal o el espejo,
y no dejan pasar la verdad,
ni la luz, ni el puro negro...
Una mirada impávida, sorprendida
y licuada en un zumo sin sustancia,
ni acidez, ni color, ni sabor...
Mirada vacía como el contenido de esa mano adelantada,
que no sabe si atrapa, o ataca, si defiende...
...O símplemente señala mientras unos pies,
semienterrados y entumecidos,
desconocen si saltan o escapan
en un resorte improvisado.
Desde una esquina sin trípode,
desde un rincón sin cámara,
ni nadie que gradue un objetivo...
El fogonazo del magnesio
de una lámpara sin cromado,
descubre a traición
la cara de estupor
de quien se ve descubierto
sin hacer nada...
¡Sin haber hecho nada!
¡Maldita sea!
¡Sin haber hecho nada...!
J.Roberto Mtz.Delgado (200417)
Un momento congelado de fotografía
en blanco y negro, tirando a magenta,
revela un recuerdo dibujado a tinta invisible
con un boli que transparenta
arcoiris sin colores,
pero que emborrona
a trazos gruesos, de azul casi negro,
sobre un papel inexistente.
Dejaste una firma que afirma
que allí no estuviste.
Que ni tan sólo pasaste.
Ni tampoco pisaste.
Saltaste sobre el decorado
con bota de sieteleguas..
Ni miraste.
Ni eso.
La memoria de un improbable suceso
que se borra chupando el dedo,
dejando el rastro grasiento
de una huella dactilar desdibujada.
Ni delatora, ni tampoco impostora...
Un aliento mohoso de gotículas quebradas
que empavonan el cristal o el espejo,
y no dejan pasar la verdad,
ni la luz, ni el puro negro...
Una mirada impávida, sorprendida
y licuada en un zumo sin sustancia,
ni acidez, ni color, ni sabor...
Mirada vacía como el contenido de esa mano adelantada,
que no sabe si atrapa, o ataca, si defiende...
...O símplemente señala mientras unos pies,
semienterrados y entumecidos,
desconocen si saltan o escapan
en un resorte improvisado.
Desde una esquina sin trípode,
desde un rincón sin cámara,
ni nadie que gradue un objetivo...
El fogonazo del magnesio
de una lámpara sin cromado,
descubre a traición
la cara de estupor
de quien se ve descubierto
sin hacer nada...
¡Sin haber hecho nada!
¡Maldita sea!
¡Sin haber hecho nada...!
TODO O NADA (Sin Ti)
Cómo me llena
que camines junto a mí.
El cuidado divertido
en pisarnos las sombras,
la tuya y la mía,
intentando atraparlas
con saltos de zorro.
Paseo tus pasos
como mis besos por tu cuerpo.
Pareo tus labios
como tus ojos negros,
como mis tiernos versos...
No importan siendo atrevidos,
ni si son vacilantes
o desacordes,
o decididos y atronantes:
Son y lo son compartidos.
A ratos
la falta de sincronía,
divertida,
procura el choque de nuestros hombros
entre carcajadas, escorzos y trastabillos
de cordones enredados
en nuestros tobillos.
Otras que no mirabas,
que no miraba,
distraidos;
absortos en el camino,
en las veredas,
en las flores,
en los cardos,
en la hierba;
en los pájaros que rebuscan
en nuestras pisadas de barro
en tierra seca.
En nuestras pisadas
(que resuenan como un eco)
un eco de recuerdos,
de instantes de no sucesos
y de futuros variables.
Un eco azuzante mientras andamos
con el culo prieto.
Otras que no miramos,
olvidamos entrelazar nuestros dedos;
poco importa.
Nos lazan y envuelven en nuestros pasos
el halo de nuestros secretos
(de nuestros recuerdos).
De los que todavía no han sido,
pero sucederán
mezclados con el olor y el sabor
del sudor de nuestro esfuerzo;
del calor evaporado
por el viento de los sucesos.
Pero poder usar toda la retórica
y ser capaces de escribir
poemas
con el bolígrafo sin tinta
y de bola loca
que es el alma.
Pero que son los que más duran,
porque son los que más cuestan,
porque son los que nunca terminan.
Auparte y ayudarte
(completarte y completarme)
a coger tu mundo al completo
mientras beso tu ombligo
con avidez.
Besos en tus labios
y arañazos en la espalda
que se curan con sal de lágrimas.
Sentir tus pestañas
acariciando mis rudas mejillas.
Pero sobre todo
saber que sin tí no soy nada.
Saber que eres mi Aleph
mucho más que la mitad de mi alma.
Me derrito y te deslizo
hasta encontrar tus labios:
Tu lengua.
Jugar a medirnos la lengua.
Encontrar nuestro ying y yang
en nuestras bocas
y ver cual más dentro se adentra
hasta tocar y sorber nuestro aliento,
mientras me convierto en el cimiento,
en la columna, en la escalera,
en el soplo de tus velas,
que te permita conquistar
el mar de tu cielo.
- J.Roberto Mtz. Delgado 150316 .-
LLUVIA TRAS UN CRISTAL DE TELEVISOR.-
(J.Roberto Mtz. Delgado - 281017 -)
Llueve en el televisor de mi ventana.
Suicidas gotas sucias
corren como posesas
en una carrera frenética
sin más sentido que deslizarse,
o quizá divertirse
alterando y refrescando imagenes:
Las que se dibujan al otro lado.
O quizá para que yo las vea en el suyo
atrapadas en semiesferas e invertidas.
Todo por el placer de lo absurdo.
Quien lo sabe....
Observo enmimismado,
sin voluntad de enfocar más allá
de esa pantalla velada,
ni de pensar si ese baile de sombras chinescas
a colores desvaídos tiene sentido,
ni si es trascendente.
Tan solo miro
mientras la calidez de un leve suspiro breve
monta una lente de filtro difuminado,
como las que usan las viejas actrices viejas.
Plano fijo de secuencia lenta,
como los que usa y abusa Garci,
porque todo se mueve con pereza
y lánguido tempo...
Como los latidos de un poderoso atleta...
Imagenes de incierto guión
donde los actores interfieren
las ensoñaciones y fantasías
de un impávido director.
Imágenes borrosas y quebradas,
de colores apagados
pero de rutilantes reflejos encerrados
en una prisión cristalina de gota fresca.
Imagenes estrambóticas e invertidas
que simulan una burla sin vis cómica,
ni gracias de caras caricatadas,
ni risas maquilladas de talco cuarteado.
Pego mi frente y nariz en ese cristal.
Mi respiración monta bronca
con el sainete dicharachero
al cubrir de niebla poco duradera,
pero insistente más que persistente;
de dulzón aliento;
opacando la danza de figuras desdibujadas
que poco a poco
se van despidiendo y saliendo de escena
sin saludos ni despedidas;
marcha atrás sin perder
una sonrisa burlona y pícara,
mientras cesa la lluvia
y comienza la vida real
más allá de mi ventana...
(J.Roberto Mtz. Delgado - 281017 -)
Llueve en el televisor de mi ventana.
Suicidas gotas sucias
corren como posesas
en una carrera frenética
sin más sentido que deslizarse,
o quizá divertirse
alterando y refrescando imagenes:
Las que se dibujan al otro lado.
O quizá para que yo las vea en el suyo
atrapadas en semiesferas e invertidas.
Todo por el placer de lo absurdo.
Quien lo sabe....
Observo enmimismado,
sin voluntad de enfocar más allá
de esa pantalla velada,
ni de pensar si ese baile de sombras chinescas
a colores desvaídos tiene sentido,
ni si es trascendente.
Tan solo miro
mientras la calidez de un leve suspiro breve
monta una lente de filtro difuminado,
como las que usan las viejas actrices viejas.
Plano fijo de secuencia lenta,
como los que usa y abusa Garci,
porque todo se mueve con pereza
y lánguido tempo...
Como los latidos de un poderoso atleta...
Imagenes de incierto guión
donde los actores interfieren
las ensoñaciones y fantasías
de un impávido director.
Imágenes borrosas y quebradas,
de colores apagados
pero de rutilantes reflejos encerrados
en una prisión cristalina de gota fresca.
Imagenes estrambóticas e invertidas
que simulan una burla sin vis cómica,
ni gracias de caras caricatadas,
ni risas maquilladas de talco cuarteado.
Pego mi frente y nariz en ese cristal.
Mi respiración monta bronca
con el sainete dicharachero
al cubrir de niebla poco duradera,
pero insistente más que persistente;
de dulzón aliento;
opacando la danza de figuras desdibujadas
que poco a poco
se van despidiendo y saliendo de escena
sin saludos ni despedidas;
marcha atrás sin perder
una sonrisa burlona y pícara,
mientras cesa la lluvia
y comienza la vida real
más allá de mi ventana...
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