...
Cinco y cinco no son diez.
Es la
hora en que ansioso miro la puerta
y a cada
segundo giro la cabeza y sigo cualquier movimiento
que surja
a través de su dintel.
Quizás
llegues tarde con cara cabreada
o con una
sonrisa radiante y palabras atropelladas entre carcajadas,
o
simplemente muda y distante....
Pero no
me importa. Podré percibir como creces otro
milímetro
y
contemplarte con expresión abobada de padre.
Cinco
y cinco son cincuenta y cinco. Minutos de nuestras vidas.
Minutos
que se me escapan como arena y agua. Como tu infancia.
Memorizo
tus rasgos día a día con avaricia...pero la última fotografía borra la
anterior.
Eres
tan lista e inteligente como la chispa de tu mirada,
nada
transparente pero, deseosa de la paz de niña que nadie te da.
Aguantas
estoica y finges que no pasa nada
mientras veo, impotente y torpe, sombras
amargas
que no sé endulzar ni iluminar.
Cinco
por cinco son veinticinco...
Años
en que los que tú eres lo único que supe hacer realmente bien.
Has
venido al mundo para maravillarle
y
putearle a tu antojo...
pero
ten piedad de él.
Cinco
elevado a cinco...
…líneas...en
las que no podría describir lo que siento por mis hijos.
No
dan abasto palabras y frases...nadie puede.
La
respuesta y las emociones están
bajo
el tablón de la escalera del sótano de Jorge Luis Borges.
Cinco
y cinco son diez. Mas uno once y mas dos doce…
y
aunque crezcas el doble siempre serás mi niña de diez.
J. Roberto Martínez Delgado...011212.-
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