Una caricia furtiva;
un beso robado;
una mirada cómplice…
Una vida gastada;
un boli transparente
y sin tinta
que deja una linea indeleble
sobre una hoja cuadriculada.
Una mirada bovina;
un rumiante
incapaz de girar
con la mente
el papel de nuestra vida,
para ver, para apreciar
a contraluz,
las profundas huellas,
como cuarzo sobre cristal,
que dejan su superficie
cuarteada y quebradiza.
Escriben las pisadas:
Pisadas sucias y enfangadas,
fáciles de seguir
y que se pierden en la nada.
Escriben las pisadas
pasos arrastrados y
divergentes,
a veces con ritmos solapados
y a veces con ritmos desacordes,
ruidosos y contundentes,
cuyos ecos secuestran nuestras palabras
y amplifican nuestros reproches.
Escribimos sin respetar
lineas ni margenes,
sin reglas ni sintaxis.
Estampamos monosílabos
y expresiones horrísonas
que no llevan ningun mensaje,
salvo quejas.
Vemos como cambia la caligrafía
con la que empezamos,
florida y esmerada,
que se va viendo deformada
por el hastío,
por la desidia;
por esa cruel vida arrastrada.
Miramos esa página
y nos asombramos
al ver que no entendemos nada.
Gira la bola vacía e inútil.
Sin tinta, ¡que mas da!.
También el papel está mojado
por nuestras propias lágrimas
y saliva desperdiciada…
Una caricia furtiva,
un beso robado
y una mirada cómplice;
con eso hubiera bastado.
un beso robado;
una mirada cómplice…
Una vida gastada;
un boli transparente
y sin tinta
que deja una linea indeleble
sobre una hoja cuadriculada.
Una mirada bovina;
un rumiante
incapaz de girar
con la mente
el papel de nuestra vida,
para ver, para apreciar
a contraluz,
las profundas huellas,
como cuarzo sobre cristal,
que dejan su superficie
cuarteada y quebradiza.
Escriben las pisadas:
Pisadas sucias y enfangadas,
fáciles de seguir
y que se pierden en la nada.
Escriben las pisadas
pasos arrastrados y
divergentes,
a veces con ritmos solapados
y a veces con ritmos desacordes,
ruidosos y contundentes,
cuyos ecos secuestran nuestras palabras
y amplifican nuestros reproches.
Escribimos sin respetar
lineas ni margenes,
sin reglas ni sintaxis.
Estampamos monosílabos
y expresiones horrísonas
que no llevan ningun mensaje,
salvo quejas.
Vemos como cambia la caligrafía
con la que empezamos,
florida y esmerada,
que se va viendo deformada
por el hastío,
por la desidia;
por esa cruel vida arrastrada.
Miramos esa página
y nos asombramos
al ver que no entendemos nada.
Gira la bola vacía e inútil.
Sin tinta, ¡que mas da!.
También el papel está mojado
por nuestras propias lágrimas
y saliva desperdiciada…
Una caricia furtiva,
un beso robado
y una mirada cómplice;
con eso hubiera bastado.
J. Roberto Martínez Delgado (010611).-
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